La novela La invención de Morel (1940), fue escrita por Adolfo Bioy Casares en clara referencia a La Isla del Dr. Moreau, de HG Wells. Su tema es aquí la inmortalidad. Al igual que en la obra de Wells, la historia se desarrolla en una isla supuestamente desierta. Está contada a partir del diario personal del protagonista, un fugitivo de la ley que resulta ser un escritor venezolano condenado a prisión perpetua. Un día, el fugitivo ve llegar a unos turistas a la isla y se esconde. Los turistas comienzan a habitar la isla y se instalan en el museo que, hasta entonces, había servido de refugio al fugitivo. Uno de los turistas es Faustine, una mujer a la que el fugitivo observa y de la cual finalmente se enamora. Faustine es visitada frecuentemente por el Dr. Morel, un científico. Ambos hablan en francés. El fugitivo decide encarar a Faustine, pero al hacerlo se sorprende de su actitud. Parece como si ella no registrara su presencia. Otra cosa que llama su atención es que las recurrentes visitas de Morel a Faustine se repiten idénticas una a la otra, los mismos gestos, las mismas palabras. Un día, los turistas desaparecen y el fugitivo vuelve al museo. Allí, no hay ninguna señal de que personas lo hayan habitado. El fugitivo cree que ha alucinado todo. Sin embargo, esa noche los turistas reaparecen. Sus conductas se repiten una y otra vez. El misterio es revelado cuando el fugitivo escucha a Morel decir a los turistas que los está grabando con una máquina que ha inventado y que es capaz de grabar la realidad para luego reproducirla. Aquellas personas que creía ver el fugitivo no son más que hologramas. El fugitivo se dedica a aprender a operar la máquina e, incluso, aprende a insertarse a sí mismo dentro de la grabación para que parezca que él y Faustine están enamorados. Mediante las grabaciones, la máquina que ha inventado Morel consigue capturar el alma de las personas que seguirán allí vivas para siempre.
Será
en la Argentina también donde aparezca el famoso comic El eternauta. Concebido
por Héctor Oesterheld y dibujado por Francisco Solano López, apareció
originalmente como una tira de prensa entre 1957 y 1959. La trama nos cuenta
acerca de una invasión alienígena a Buenos Aires y que se da mediante una
tormenta de nieve tóxica que consigue aniquilar a la mayor parte de la
población. Conocemos la historia a través de la narración que, en 1963, hace el
protagonista Juan Salvo, el eternauta, al propio autor -Oesterheld, su vecino-,
en un guiño metaficcional de la historia. Salvo cuenta cómo él, sus amigos
Favalli y Lucas, su esposa y su hija, que estaban reunidos en su casa, logran
mantenerse con vida haciendo ropa protectora y recolectando comida en la ciudad
arrasada. El ejército intenta
organizar la defensa de la ciudad contra los invasores y agrupa a los
sobrevivientes en un gran estadio. Luego de una serie de ataques de insectos robots
a control remoto comienza una guerra de desgaste psicológico en donde, a causa
de una nube artificial que han plantado allí los alienígenas, los asediados en
el estadio comienzan a alucinar cosas. Salvo logra salir del estadio y se
encuentra con uno de los invasores que le cuenta que, en realidad, ellos mismos
están siendo controlados por los verdaderos invasores, quienes les han
injertado una glándula para poder someterlos a sus voluntades. Al regresar al
estadio para informar sobre lo que ha descubierto, los militares deciden atacar
a los invasores. Pero la ofensiva es aplastada por unos hombres-robot y por unos
seres llamados gurbos. La lucha continúa
y, por momentos, se cree haber ganado la batalla. Pero comienza a nevar
nuevamente. Los sobrevivientes intentan reorganizarse, pero son engañados por
los alienígenas y caen en una trampa. Salvo, que consigue nuevamente escapar,
se introduce en una nave espacial extraterrestre, pero tratando de operarla,
activa una acción que la convierte en una máquina del tiempo y queda así
vagando entre mundos paralelos. La historia de Salvo termina aquí, cuando él
cree haber vuelto a su propio universo. Sin embargo, mediante su charla con
Oesterheld, se da cuenta de que ha llegado al mismo en 1959 en lugar de en
1963. Esto implica que su mujer y su hija están en su casa y que aún no han
tenido lugar los acontecimientos narrados. Salvo corre hacia su casa para
encontrarse con ellas. Al hacerlo, se fusiona con su propio ser de tres años
antes y automáticamente se olvida de lo ocurrido. Oesterheld confirma la
veracidad de la historia al ver llegar a Favalli y Lucas a la casa de Salvo.
Comprende así que lo que le contó Salvo sucederá en el futuro. Intentará
evitarlo publicando la historia a manera de comic.
El eternauta es
una metáfora de los golpes militares que tuvieron lugar en la Argentina y de
los esfuerzos por sobrevivir de la resistencia. Debido a su militancia y a su
obra, que escribió en gran parte desde la clandestinidad, Oesterheld fue
secuestrado y muerto en 1977. Igual suerte correrían sus cuatro hijas, dos de
ellas embarazadas al momento del secuestro.